Reseña de El peregrino, de Alfonso Zamora
Hola humanos. Este veranito me he leído bastantes libros, así que tengo una cola de reseñas interesante. Esta es la primera tras el verano, y yo no he elegido que sea la primera, la habéis elegido vosotros a través de Facebook e Instagram. Si no me sigues en redes, no sé a qué esperas.
No suelo leer terror. Supongo que si algo se pone muy desagradable me deja de gustar, aunque bueno, también me gustan películas como La purga y me encanta Edgar Alan Poe. Soy una mujer compleja. Lo que no me gusta es lo escatológico y ciertas cosas más «blanditas» o concretas, pero en general el terror me gusta, siempre que no esté de bajón.
Por eso tardé en leerme El peregrino, de Alfonso Zamora. Tiene una saga muy famosa de zombies llamada De Madrid al Zielo que, en general, gusta mucho, pero a la que no he metido mano aún por ser terror y porque soy muy vaga para meterme en sagas. Algún día caerá.
¿De qué va?
David es un chico que, tras la muerte de su padre, decide hacerse el Camino de Santiago, tal como iba a hacer con él antes de que muriera. Por avatares del destino va solo, pero un caminante nunca está solo: irá conociendo a gente simpática, amigos generosos, lugareños ancianos, y lobos con muy mala leche, gobernados por un señor un tanto peculiar.
A lo largo del Camino la tensión va en aumento, cada vez más acechados por los lobos y ese hombre/ser/demonio, que parece tener ciertas cuentas pendientes.
David tendrá que aprender a quitarse el cuajo de encima y trabajar en equipo si quiere sobrevivir.
Lo mejor
Terror del bueno. El libro te mantiene alerta todo el tiempo, deseando que la gente no haga tonterías y pueda salir ilesa del acoso del peregrino.
Una cosa buena de los personajes es que no son tan tontos como vemos en la películas de terror estándar. A ver, algo de «pero qué haces, alma de cántaro» sí que hay porque si no, no habría salseo sanguinolento, pero no llega al punto de la desesperación. No creo que ni tu ni yo hubiéramos podido sobrevivir mejor que ellos.
La longitud también es un punto a favor porque es una novela no excesivamente larga, de 232 páginas, lo que lleva a que no meta paja para venderte un tochaco. Tiene la longitud justa, para mi gusto.
Además, aprende sobre el Camino, sus pueblos y leyendas. Si algún día me hago el Camino francés tendré que fijarme en los escenarios.
Lo menos mejor
De trama y personajes no tengo de qué quejarme. La verdad es que me ha dado justo lo que estaba gustando, escenas truculentas sin llegar a incomodarme tanto como para dejarlo. Si eres sensible pues, hombre, estás leyendo una reseña de una novela de terror, lo mismo te sirve para habituación, pero advierto que hay escenas sangrientas.
También depende de tu capacidad relativa de meterte vs abstraerte de la historia. Yo puedo hacer ambas así que, si algo se pone muy incómodo, mi mente pone distancia y disfruto sin pasarlo mal. No es nada mágico, eso también se entrena.
El libro tiene algunos pequeños fallos de corrección, pero hay que ir a buscarlos, al estilo de hacer dos veces lo mismo, pero nada del otro mundo. Respecto al estilo, el narrador habla en presente tanto si está en el presente, como cuando se retrotrae a su experiencia en el Camino. Yo hubiera puesto dos tiempos verbales diferentes para diferenciarlos mejor, pero es más un asunto de preferencias que un fallo real.
Conclusión
El peregrino es una buena novela de terror que te hará pasar un buen mal rato.
Si no estás muy familiarizado con las novelas de terror y te da miedo meterle mano a las 500 páginas que suele escribir Stephen King, esta novela te dará una buena idea de si te gusta o no el género, al menos en la temática que toca (slasher sobrenatural con animales, diría yo).
Si conoces ya el género, este libro te da un paseo terrorífico por la principal vía de peregrinaje del país. Es dinámico y se lee rápido y bien, por lo que es genial para meter entre dos lecturas más pesadas, por ejemplo.
Espero que hayas disfrutado de la reseña y si te llama la atención y la lees, me encantará leer tus comentarios acerca de El peregrino.