Celsius 232, 2021
Hace mucho mucho tiempo, en un lugar muy lejano… Bueno, para algunos de vosotros, porque concretamente fue en Madrid. Pues eso, que hace tiempo oí hablar del Festival de terror, fantasía y ciencia ficción que se celebraba en Avilés, el Celsius 232.
Se lo escuché a los amigos de la extinta Esmater, grupo de escritores dedicados sobre todo al terror y a beber cerveza después de las presentaciones de libros que hacían los que tenían ya algo publicado (snif, snif). Lo destacaban como un sarao literario en el que conocías a autores enormes y descubrías muchas novedades, comprabas muchos libros y aprendías mucho.
El problema es que yo tengo tal síndrome del impostor que he llegado a decir que lo mío no es síndrome del impostor, es que soy una impostora auténtica. Así, aunque me atraía el festival decidí no ir porque no soy muy seguidora del terror (menos aún en novela, aunque hace poco leí El peregrino, de Alfonso Zamora, y la verdad es que me lo pasé muy bien); en fantasía he leído El señor de los anillos, la saga de Eragon y poca cosa más; y la ciencia ficción la consumo sobre todo en películas y series.
Total, que no me consideraba digna de ir a un evento así. Chiquis, no os hagáis esto. Aunque siempre están los reparte-carnets y los buscadores del fan verdadero, si te gusta algo y te hace sentir bien tírale, que la vida son dos días y en el camino encontrarás gente que vale la pena.
Por otro lado, entre el año anterior y este he retomado la escritura, que la dejé de lado por cosas de ser una adulta funcional (al final tampoco me salió lo de adulta funcional, pero bueno) (no hagáis esto tampoco) (sí, hoy estoy mandona) (y los paréntesis, ya, no sé que me pasa). Ahora leo más, escribo, me formo, y me voy a los saraos que puedo, en este caso el Celsius 232.
Iba con un poco de reparo porque no sabía qué me iba a encontrar. Por un lado me habían dado expectativas muy altas, como el evento entre los eventos literarios en suelo español. Otros me lo vendían como una mera escusa para venderte libros. A ver, sí, pero no. Es decir, claro que se venden libros, y que las presentaciones de novedades literarias son centrales en el Celsius, pero si tienes mucha fuerza de voluntad (o poco dinero) puedes ir, no comprar nada, y pasarlo bien.
Total, que me planté allí el lunes y empecé a cotillear un poco. Como soy nueva en esto de comentar eventos, no registré ni apunté nada para este post, así que os cuento de memoria.
Unas semanas antes creé un grupo de Telegram que publicité por Twitter y que movió a algunas personas guays (hello Santi), aunque a la hora de quedar era complicado porque cada uno tenía un horario, así que acabamos viéndonos a pellizcos. De todos modos, no hace falta hacer esto si no conoces a nadie: al final acabas conociendo gente nueva.
Fui sobre todo a presentaciones (y firmas) de libros, que poco más y me venden la carpa pero porque yo soy frágil e iba con dinero. También a una charla sobre la ciencia en la ciencia ficción y otra sobre monstruos marinos. Compré libros al margen de la presentaciones (un saludo a la chica de Cerbero que nos ayudaba a encontrar libros que buscábamos aunque no fuesen suyos) y alguna cosita más cayó (mira mi dragón, regalo de aniversario de Reset Reboot <3 ). Y no puedo dejar de hablar maravillas del taller sobre cómo hacer la escaleta que nos curramos gracias a Sofía Rhei, fue una pena terrible perderme la segunda sesión.
Había otras actividades a las que no pude ir, como la exposición de esgrima antigua y las proyecciones de películas, que algunas tenían muy buena pinta y el tiempo, aunque frío, acompañaba. Pero es que yo tengo una capacidad de distracción que no sé cómo he podido acabar el manuscrito de Onironautas.
El espacio para actividades no era demasiado grande, lo cual hace que te agobies un poco con el tema COVID si eres un poco aprensivo, pero la organización hizo todo lo que pudo para mantener los aforos (que lo hizo bastante bien) y el espacio entre personas (que era más difícil de conseguir en colas y enfrente de las tiendas). En fin, que a ese respecto creo que no se les podía pedir más. Esperemos que el año que viene no hagan falta las medidas.
En conclusión, me lo he pasado muy bien, he conocido a Alicia Pérez Gil y sus sirenas, a Ana González Duque, a Cesar Mallorquí y a Javier Miró, por citar a algunos. También he descubierto autores nuevos a los que reseñaré próximamente.
El año que viene volveré, meteorito mediante.